jueves, 24 de julio de 2014

Encuentro en el Aeropuerto

Lo vi en el aeropuerto de Santiago de Chile, mientras esperábamos que se definiera la situación del vuelo LAN 622 con destino a México DF. La cara me resultaba familiar. Exploré en mi buscador mental sitios y situaciones para ubicar a esa persona. Yo, sin duda, lo conocía. Luego de un par de horas de espera el vuelo se canceló. Nos enviaron a todos al Hotel Sheraton Las Condes. Regresamos a la mañana siguiente al Aeropuerto. Lo vi de nuevo. Y, en plan casual, me acerqué y le dije: "Te conozco de algún lado, ¿De donde?" Enseguida nos reconocimos. Luego de ensayar sitios y personas de potencial común conocimiento, achicamos las opciones y concluimos: del gimnasio de Oxtopulco y Avenida Universidad. "Si!! Tal cual!" "Pero que haces por aquí, wüey?", me preguntó. Respondí corto: "Voy para DF", "¿Y tú?", enseguida le pregunté. Contento, me dijo: "Vengo de Río. Fui a ver la final, de Fut. Estuvo padrísimo".

Comencé a ir a ese gimnasio en el 2000/2001 y continué yendo hasta el 2004, aproximadamente. Recordaba las caras de todos y en particular de este cuate, Vladimir. Ahi Nomás comenzamos a ponernos al día de toda la gente del gimnasio que, tal y como ha sucedido al parecer en todo el globo terráqueo, han incursionado también en el mundo "runner". Río estaba lleno de argentinos, era el comentario obligado para dar paso a la charla. Al acordarnos del gimnasio y recién terminado el mundial 2014, la conversación derivó en el mundial del 2002. En ese entonces yo era un diario concurrente al gimnasio y la selección argentina era eliminada en primera ronda. Estaba reconstruyendo nuevamente mi vida en DF, soltero y solo, a poco tiempo de haber conseguido mi primer empleo académico formal y pago (no era menos). Le comenté que formé pareja, tuve hijos, en el 2007 me había regresado a Buenos Aires y hace un año me había separado. Que todos los años viajaba a México y que, siempre que pasaba por la puerta del gimnasio, miraba a ver si encontraba a algún cuate por ahí. Recordamos que una vez fuimos a jugar a la cancha de futbol 5 techada que tiene FLACSO allá en el Ajusco. Y, entonces, me mostró en facebook las fotos de los viejos amigos: "Huy, ¿qué es de la vida de Julio, de Tonio, del Alemán? ¿Se siguen viendo?" La charla fluía. Yo comenté una anécdota que recordaba sobre Torsten, el Alemán, cuando le ganaron a USA en cuartos en el 2002.

Vladimir miró fijo a lo lejos y me dijo: "Torsten! Lo que son las cosas! Falleció". "¿No te lo puedo creer?" le dije. Me comentó que con el tiempo todos habían empezado, además de ir al gimnasio, a correr 10K, 20K y así. Torsten, Tonio, Julio y los demás se inscribían a las carreras y entrenaban juntos. Habían consolidado el grupo. La cuestión es que una tarde, en Insurgentes y Mixcoac, un auto chocó al auto en el que Torsten venía de acompañante. Lo internaron de urgencia. Su hermana que andaba por México en esa época, llegó al hospital a socorrerlo y tras unos días falleció. Al mes hicieron una carrera de 10K en la UNAM en homenaje a Torsten. "Fue muy emotivo", comentó Vladimir con los ojos húmedos. Me comentó, como si estuviera por terminar el relato, que al terminar la carrera Tonio, para descomprimir, dijo: "No mames, a mi cuando muera me hacen una de 42K". Yo sonreí, me pareció que el comentario era gracioso, mientras vi que Vladimir fijó la vista hacia los aviones. Continuó: "Y no va, wüey, que al año Tonio muere también". Mis ojos se abrieron enormes: "No te lo puedo creer!!!" exclamé. "Bueno, así que Julio y yo -continuó Vladimir- corrimos la maratón de México ese año"..

Seguimos charlando en la sala de espera de la puerta 19 B del aeropuerto de Santiago. Iba saliendo el sol y la visibilidad se reducía junto con el aumento del efecto bruma de la contaminación. Todavía se veían los Andes nevados. Recordé en un segundo como fue mi vida desde 2002 hasta la fecha. ¿Donde me encontraba en este punto del trayecto? Aparecían caoticamente diferentes acontecimientos, pero podía ubicarlos en el tiempo con bastante exactitud. Los nacimientos de mis hijas, el regreso a Argentina, el mundial del 2006, alguna crisis política, el nacimiento de mi hijo, el mundial del 2010, y así continué. De pronto la vida era una especie de resumen de hechos importantes, que estaban unidos con un relleno de cotidianeidad a modo de gel que las amortiguaba, y les daba continuidad evitando que chocaran, que se secaran o que se oxidaran. Y al final de esa cadena estaba yo, de nuevo con mi vida, en el aeropuerto.

sábado, 19 de julio de 2014

Amanece en Santiago

Y al final... que se hizo la 1:00 am. Llego a la puerta 20 y ya estaban abordando un contingente grande de personas. "Buenisimo" dije en voz baja, casi como un suspiro. Me acerqué y pregunté si finalmente tendríamos la cena. La joven que atendía me miró y me dijo en su tono chileno, burocrático y "classy" "Dígame-el-vuelo (pó)".  Le di el número de vuelo y le aclaré el "que va a México". Sin mirarme a los ojos, como evitando cualquier consecuencia posterior a su programado comentario, me dijo: "Ah! No. El vuelo se movió a la puerta 19B". Me acerqué lentamente a la puerta 19B y de lejos observé que no había nadie. Pregunté por el vuelo y ahí me enteré que se canceló hasta las 11:00 de la mañana del día siguiente. Que iríamos al Hotel Sheraton Las Condes y luego mañana a las 7:00 nos pasarían a buscar. Para esto hubo que hacer migraciones, retirar las maletas y hacer otra tercera cola más para abordar los micros que nos llevarían al Hotel. Llegados al hotel los 300 pasajeros (no sé, tiro un número) hicimos el check-in que duró una hora. Nos atendieron bien, y por lo menos los tonos de voz ya no eran burocráticos. Ultimamente, como dicen los mexicanos, estoy muy sensible a los tonos de voz cuidadosamente pensados para irritar pero que no dan ni un sólo margen de duda acerca de la correctitud de lo expresado, de modo tal que tu irritabilidad quede absolutamente cuestionada (en fin!). Ese tono debe ser elaborado. Tiene que notarse que es artificial, pero no tanto como para dar origen a una broma o una burla, y al mismo tiempo dejar bien en claro que el deseo es que se note. La cuestión es que llegamos al hotel. Comi algo muy liviano y me fui a dormir. Dormi tres horas y media. Me desperté y me introduje en la tina. Recordé una sugerencia burocrática acerca de la cantidad de perfume que debe ponerse uno en el cuerpo (me reí en soledad como cómplice de mi mismo). Vine a desayunar. Me puse a leer los diarios. Nos hablamos con otros pasajeros. Nos comentamos a qué nos dedicamos. Nadie alardeó de nada. El café está riquísimo. Y amanece en Santiago con una vista de los Andes enorme y cercana.

viernes, 18 de julio de 2014

A volver a escribir

Ascendió independiente y dejé de escribir. Vino el mundial y me aislé del universo. Coincidió con un proceso personal y con prestarle atención a una de esas frases de Facebook (si, ja..ja..): "Si tenés problemas, andá al analista. No lo publiques en tu muro". Voy al analista desde hace un año, pero a veces no lograba filtrar sentimientos y pasiones, producto de esas situaciones críticas que te ponen en carne viva y con el alma a flor de piel. Pero decidí limitarme. Me costó, porque escribir me libera en muchas formas. Atarme las manos, fue como "cerrar el pico". Pero aquí estoy, emergiendo. Terminó el mundial y empiezo una nueva vida. Una nueva vida que estaba gestando y venia mutando. Una nueva vida que se hacia esperar desde hace un año. Estoy en el aeropuerto de Santiago de Chile, y me acaban de avisar que por "razones de control técnico no programado" hay una demora de 2 horas para volar a México. Y bueh! Take it easy, me senté a comer una ensalada, un juguito y a escribir. A volver a escribir.