sábado, 29 de agosto de 2015

Unificar el espacio Peronista

[Este artículo salió publicado en al diario del cual soy asiduo columnista: La Voz del Interior
La moneda sigue en el aire y la gran incógnita después de las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (Paso) del domingo último continúa siendo si el sucesor de Cristina Fernández en la Presidencia de la Nación surgirá en la primera o segunda vuelta electoral. Con los números del recuento provisorio en la mano (Frente para la Victoria, 38,4%; Alianza Cambiemos, 30%; y Alianza Unidos por una Nueva Alternativa, 20,6%), todo parece indicar que habrá balotaje.
Pero si uno toma la diferencia entre candidatos, puede ver que Daniel Scioli aventajó por 14% a Mauricio Macri (38% a 24%). En este panorama, una de las grandes incógnitas por resolver es a dónde irán los votos que obtuvo el gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota. El gobernador de Córdoba y precandidato de UNA, sumó 1,4 millones de adhesiones en la primaria, que perdió ante el diputado nacional Sergio Massa. El enigma es si, esos votos, respaldarán al candidato vencedor del Frente Renovador o se inclinarán por el candidato peronista del FPV.
En caso de inclinarse por la primera opción, les permitirían a Massa alcanzar un 20% y perfilarse como una tercera alternativa sólida al frente del peronismo disidente o federal. Este escenario que ocupan el Frente para la Victoria, la oposición no peronista y el peronismo disidente o federal ya se venía insinuando en 2009, aunque en la presidencial de 2011 se dio un nuevo reflujo de votos hacia el FPV y hace dos años volvió a conformarse ese té para tres que se consolidó en las recientes PASO.
Desde 2003, observamos una institucionalización fuerte del FPV; una oposición no peronista que, sin embargo, tardó en estructurarse en una oferta electoral estable y que podríamos encasillarla en un espacio de centroderecha liberal republicano con algo de conservadurismo radical, y un peronismo tradicional con fuerza en las provincias, también con un toque de conservadurismo popular tradicionalista, que puede ir y venir al FPV. Por ejemplo, el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, se encuentra ahora en el kirchnerismo pero no desentonaría junto a Massa y De la Sota. Con reservas, hasta el propio Scioli podría sentarse con ellos en una misma mesa.
En este contexto, queda la incógnita acerca de si el “peronismo disidente” lo seguirá siendo después de las elecciones. Frente a una eventual segunda vuelta entre Scioli y Macri, si la disputa se estructurara en torno de la fractura kirchnerismo-antikirchnerismo, entonces las chances del jefe de Gobierno porteño aumentan de manera considerable. Pero si la disputa se estructurara en torno a una idea amplia de peronismo versus antiperonismo, la victoria sería más probable para Scioli.
Desde luego que ambas posibilidades son “tipos ideales” y es más que probable que el escenario electoral de octubre/noviembre resultará de una mezcla de las dos fracturas. No todo el peronismo disidente votará a favor de Macri en la segunda vuelta para derrotar a Scioli, quien, sin embargo, no tiene asegurada la victoria en el primerround electoral, como hubiera esperado de haber conseguido más del 40% de los votos.
Hace unos meses, cuando la candidatura de Scioli se volvía inevitable, existía la incertidumbre acerca de cuánto apoyo encontraría por parte del kirchnerismo. Después de encolumnar al simpatizante K detrás de su candidatura (en parte gracias a la nominación de Carlos Zannini como compañero de fórmula), ahora viene el segundo tiempo del encuentro: tendrá que convencer a los peronistas menos kirchneristas.
En resumen, si su primer desafío era contener al partidario K, ahora deberá unificar al espacio peronista. Lo puede hacer.

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